Estimados muchachos, el proceso de formación tiene diversas
etapas y bifurcaciones; nada está dado en la academia, hay que construirlo,
lacerarlo, darle forma y utilidad. Los que vivimos la academia con vocación
(desde 1991, he trabajado continuamente en la academia), nos integramos a un
proceso pedagógico crítico, reflexivo, de acción y reacción. Ya las clases de
aula han quedado obsoletas ante la dinámica social, por ello es necesario
complementarlas, orientarlas en el marco de una serie de tareas (blog, páginas
web, entre otras) que permitan ampliar las posibilidades de aprendizaje
pertinente, consistente y duradero. Un aprendizaje que augure habilidades y
destrezas, pero sobre todo que les enseñe a ser mejores seres humanos.
La academia no es muy fiel a quienes tenemos vocación;
tiende a estar invadida de egolatrías, envidias y caprichos; cada docente se
observa a sí mismo en una isla con tesoros propios que está renuente de
compartir; esa no debe ser la referencia que ustedes se lleven, deben ser más
cooperativos, inherentes a valores de solidaridad y respeto. Deben estar
atentos a la posición de quienes buscan dialogar, crecer, construir. El papel
fundamental de un docente es servir y el de un estudiante, aprovechar ese
servicio con disciplina y estudio, por supuesto teniendo hacia sus profesores
ese afecto que pareciera ser expresado con mezquindad porque no termina de ser
expresivo y sincero. Es necesario rescatar el vínculo profesor-discípulo, y es
necesario articular un diálogo directo en el que el estudiante forme parte del
proceso formativo y tenga a bien aportar ideas e información que enriquezcan el
trabajo en el aula y en los espacios de convivencia académica.
Queridos estudiantes es tiempo de proyectar una imagen que
vaya más allá del tiempo y las circunstancias; que se convoque el rescate de un
espíritu de transformación genuino, donde
el estudio, la investigación y la extensión, sean los pilares del
proceso formativo de los próximos años. Les invito a unirse a esa tarea y a
entender que el único camino para el desarrollo de nuestro pueblo es la
Educación y el Trabajo, no existe otra vía para ser exitosos y genuinos en el
aporte que cada uno debe hacer a la Patria.
Estas líneas son para generar en ustedes reflexión,
consciencia, responsabilidad y pertenencia con cada una de las fibras humanas,
intelectuales, materiales y culturales,
que conforman el constructo del estudiante moderno en tiempos de
hipermodernidad. Aspiro ver acciones no buenas intenciones.
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